lunes, 26 de diciembre de 2011

¡Hey! ¿Despierta!


Todo parece indicar que una vez que nos vamos, aquí no se vuelve. ¿Por qué no arriesgarse y andar y tener constancia para llegar a donde uno quiere? ¿Para qué hacer sentir mal a quién uno quiere? ¿Para qué dejar que pese más tu miedo que tus ganas? ¿Para qué vivir si no intentas otra cosa que no sea hacer lo esperable? Hoy mismo puedes comenzar a hacer de tu vida una gran historia. Puedes regalar algo a los demás, algo que ellos necesiten y no algo que tu creas que necesitan. Puedes escuchar, observar, pensar y actuar, sintiendo como propia la suerte de la gente que te toca encontrar en tu camino. Agradecer lo que tienes, ocuparte en dejar una enseñanza, un camino, una bandera que alzar a los que vienen detrás de ti.

¡Hey! ¿Y si es tu ultimo día y lo pasas mirando televisión, no miras el sol o las estrellas o la lluvia, no te abrazas con nadie, no haces ni un sólo favor y pasas tu último día quejándote de un realidad que te empecinas en ver mala y enorme, para decidir que nada puedes cambiar porque es demasiado grande. Si en el fondo tú sabes que puedes cambiar algo: tus modos, tus acciones para con los demás, los recuerdos que podes dejar.

¡Hey! Puede ser un gran error si estas recriminando a alguien que no te quiere, en lugar de realmente demostrarle amor, haciendo lo que el otro necesita, que quizás pueda ser tomar distancia o tratar de que mejores en algo.

“Cada vez que nos dormimos, ensayamos la muerte. El sueño nos exige soltar todos los controles, toda meditación, toda actividad. El sueño nos exige entrega y confianza, abandonarnos a lo desconocido”.

Por eso los instantes antes de dormir son tan importantes, allí podemos encontrarnos con lo que hicimos o con lo que no hicimos; con el arrepentimiento o con la tranquilidad y el orgullo. Podemos analizar y entusiasmarnos con lo que nos queda para llegar a una meta.

Cada vez que vamos a dormir, en el instante previo, aunque a veces lo evitemos, sea corto o largo el tiempo que le damos a la última reflexión, podemos darnos cuenta qué hicimos en nuestro día, qué hicimos en nuestra vida; si ayudamos a alguien, si fuimos más allá del pequeño límite que somos nosotros mismos.

¿Concretamos algo por alguna causa que va más allá de nosotros?

¿Realizamos algo para cambiar lo que nos parece injusto?

¿Hicimos algo hoy para que nos recuerden bien si no volvemos?

¿Valoramos el hecho de estar concientes y poder disfrutar de sentir, de respirar, de comer, de saciar la sed, de movernos?

¿Agradecemos realmente lo que tenemos e hicimos algo por los que no tienen la suerte de tenerlo?

Eduardo Galeano dice: “Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable”.

Convivimos con el error, el nuestro y el ajeno, nada de lo que haga el hombre será perfecto porque el hombre nace de lo incompleto, no existe lo ideal pero el hombre que más se distingue, que más es querido, que más orgullo sin vanidad tiene, es aquel que lucha por sus ideales, aquel que trasciende luchando por una causa que es a favor de otros.

Y así será, como en la noche más oscura, sin moverse a pesar del fuerte viento, un faro, un pequeño faro, emite insistente, constantemente cada noche, su luz. Hay noches donde la luna brillante lo opaca, hay noches donde sólo se puede ver aquello que el faro ilumina. El faro está convencido de su misión, porque sabe que no faltará una noche donde salvará vidas. Y alguna de esas vidas, quizás, pueda mejorar en algo nuestro mundo. Y entonces vale el esfuerzo.

Un faro ilumina. Ojala tengamos el tesón de un faro con nuestros ideales, que no sea todo ver qué provecho sacamos sino ver qué hacemos por un lugar mejor, una vida mejor por los demás y también por nosotros. A veces no se necesita inmolarse por una causa o regalar todo lo que tenemos. Alcanza con el esfuerzo de dar un poco de luz cada día, de alguna manera, a los demás. Con algo concreto, además de las palabras. Esto nos honra como seres humanos, nos da una tranquilidad profunda antes de partir al mundo de los sueños.

¡Hey despierta! Que si buscas bien en tu conciencia te darás cuentas que puedes iluminar, para ayudar a que se vean mejor los caminos y que haya alguien que llegue a buen puerto, para sentirte mejor con vos mismo, para saber que no eres uno más, sino alguien con luz propia.

Rafael Ton

domingo, 13 de noviembre de 2011

Mensajes televisivos y el aprendizaje

El filósofo Robert Spaemann dijo: “La televisión destruye sistemáticamente la diferencia entre lo normal y lo anormal, porque en sus parámetros lo normal carece en sí de interés suficiente y siempre habrá entonces que adicionar, inventar o mostrar a una alternativa, aún sin importar la autenticidad. Su criterio no es la difusión de valores éticos o principios o incluso auxiliar el campo educativo, sino el provocar el mayor impacto, aunque éste sea inmoral o incoherente para que la gente se quede retenida observándolo”.

La televisión, entre otras cosas, y hablando siempre de la mayoría de su contenido y no de las excepciones, emite frívolos mensajes que son maquillados diferentes pero tienen una esencia idéntica. Detrás de las escenas, debajo de los gritos, aprovechando la atención del espectador que mira un cuerpo semi desnudo o es atraído por el morbo, aprovecha a susurrar:

No te esfuerces ni te sientas orgulloso de mejorar por vos mismo: Comprá pastillas que te harán adelgazar ¡Ya!.

No te acostumbres a concentrarte a largo plazo, interrumpí todo para ver propagandas.

Habla del tema que hoy te presentamos casi todos los canales; Y opiná y no te compliques profundizando, y no es que nos importe tu palabra, lo que queremos es que repitas lo que te decimos a quienes no nos hayan visto.

Cree que podes ser millonario sin trabajar: llamá a la diva a ver si ganas y mientras: ella sí que se hace cada vez más millonaria.

Convertite en otro, y de paso acordate que vos no vales por vos mismo, entonces cambiá consumiendo algún producto y seguro podrás lograr lo que por vos mismo no podes.

Quedate viendo lo que le pasa a los famosos de hoy (mañana se verá a que otros famosos inventamos), espía su intimidad, sus problemas, y olvidate de cambiar los tuyos.

Seguí los modelos de belleza que enunciamos y si después te sentís mal con tu cuerpo, tenes miedo de no ser aceptado: te ofrecemos que compres el mejor antidepresivo, o la dirección donde comprar ropa para disimular.

La noticia del día la elegimos nosotros y te ubicamos un zócalo debajo de la pantalla, así no lees demasiado y te enteras de todo…de todo lo que nosotros elegimos y queremos que te enteres.

Casi en contrapunto a los embates del “Tevendedor” (estoy generalizando y se que está mal porque hay canales y programas que son una excepción a esto) y pensando justamente en esto de que se fomente solapadamente, la ansiedad y la insatisfacción, y por ende la "urgencia" en consumir algo nuevo, leí un texto de Alejandro Dolina que me parece excelente y quiero compartirlo:

La velocidad nos ayuda a apurar los tragos amargos. Pero esto no significa que siempre debamos ser veloces. En los buenos momentos de la vida, más bien conviene demorarse. Tal parece que para vivir sabiamente hay que tener más de una velocidad. Premura en lo que molesta, lentitud en lo que es placentero. Entre las cosas que parecen acelerarse figura -inexplicablemente- la adquisición de conocimientos.

En los últimos años han aparecido en nuestro medio numerosos institutos y establecimientos que enseñan cosas con toda rapidez:"....haga el bachillerato en 6 meses, vuélvase perito mercantil en 3 semanas, avívese de golpe en 5 días, alcance el doctorado en 10 minutos....."

Quizá se supriman algunos... detalles. ¿Qué detalles? Desconfío. Yo he pasado 7 años de mi vida en la escuela primaria, 5 en el colegio secundario y 4 en la universidad. Y a pesar de que he malgastado algunas horas tirando tinteros al aire, fumando en el baño o haciendo rimas chuscas.

Y no creo que ningún genio recorra en un ratito el camino que a mí me llevó decenios.
¿Por qué florecen estos apurones educativos? Quizá por el ansia de recompensa inmediata que tiene la gente. A nadie le gusta esperar. Todos quieren cosechar, aún sin haber sembrado. Es una lamentable característica que viene acompañando a los hombres desde hace milenios.

A causa de este sentimiento algunos se hacen chorros. Otros abandonan la ingeniería para levantar quiniela. Otros se resisten a leer las historietas que continúan en el próximo número. Por esta misma ansiedad es que tienen éxito las novelas cortas, los teleteatros unitarios, los copetines al paso, las "señoritas livianas", los concursos de cantores, los libros condensados, las máquinas de tejer, las licuadoras y en general, todo aquello que ahorre la espera y nos permita recibir mucho entregando poco.
Todos nosotros habremos conocido un número prodigioso de sujetos que quisieran ser ingenieros, pero no soportan las funciones trigonométricas. O que se mueren por tocar la guitarra, pero no están dispuestos a perder un segundo en el solfeo. O que le hubiera encantado leer a Dostoievsky, pero les parecen muy extensos sus libros.
Lo que en realidad quieren estos sujetos es disfrutar de los beneficios de cada una de esas actividades, sin pagar nada a cambio.

Quieren el prestigio y la guita que ganan los ingenieros, sin pasar por las fatigas del estudio. Quieren sorprender a sus amigos tocando "Desde el Alma" sin conocer la escala de si menor. Quieren darse aires de conocedores de literatura rusa sin haber abierto jamás un libro.

Tales actitudes no deben ser alentadas, me parece. Y sin embargo eso es precisamente lo que hacen los anuncios de los cursos acelerados de cualquier cosa.

Emprenda una carrera corta. Triunfe rápidamente.

Gane mucho "vento" sin esfuerzo ninguno.

No me gusta. No me gusta que se fomente el deseo de obtener mucho entregando poco. Y menos me gusta que se deje caer la idea de que el conocimiento es algo tedioso y poco deseable.

¡No señores: aprender es hermoso y lleva la vida entera!
El que verdaderamente tiene vocación de guitarrista jamás preguntará en cuanto tiempo alcanzará a acompañar la zamba de Vargas. "Nunca termina uno de aprender" reza un viejo y amable lugar común. Y es cierto, caballeros, es cierto.

Los cursos que no se dictan: Aquí conviene puntualizar algunas excepciones. No todas las disciplinas son de aprendizaje grato, y en alguna de ellas valdría la pena una aceleración. Hay cosas que deberían aprenderse en un instante. El olvido, sin ir más lejos. He conocido señores que han penado durante largos años tratando de olvidar a damas de poca monta (es un decir). Y he visto a muchos doctos varones darse a la bebida por culpa de señoritas que no valían ni el precio del primer Campari. Para esta gente sería bueno dictar cursos de olvido. "Olvide hoy, pague mañana". Así terminaríamos con tanta canalla inolvidable que anda dando vueltas por el alma de la buena gente.

Otro curso muy indicado sería el de humildad. Habitualmente se necesitan largas décadas de desengaños, frustraciones y fracasos para que un señor soberbio entienda que no es tan pícaro como él supone. Todos -el soberbio y sus víctimas- podrían ahorrarse centenares de episodios insoportables con un buen sistema de humillación instantánea.
Hay -además- cursos acelerados que tienen una efectividad probada a lo largo de los siglos. Tal es el caso de los "sistemas para enseñar lo que es bueno", "a respetar, quién es uno", etc.

Todos estos cursos comienzan con la frase "Yo te voy a enseñar" y terminan con un castañazo. Son rápidos, efectivos y terminantes.


Elogio de la ignorancia: Las carreras cortas y los cursillos que hemos venido denostando a lo largo de este opúsculo tienen su utilidad, no lo niego. Todos sabemos que hay muchos que han perdido el tren de la ilustración y no por negligencia. Todos tienen derecho a recuperar el tiempo perdido. Y la ignorancia es demasiado castigo para quienes tenían que laburar mientras uno estudiaba.

Pero los otros, los buscadores de éxito fácil y rápido, no merecen la preocupación de nadie. Todo tiene su costo y el que no quiere afrontarlo es un garronero de la vida.
De manera que aquel que no se sienta con ánimo de vivir la maravillosa aventura de aprender, es mejor que no aprenda.

Yo propongo a todos los amantes sinceros del conocimiento, el establecimiento de cursos prolongadísimos, con anuncios en todos los periódicos y en las estaciones del subterráneo.

"Aprenda a tocar la flauta en 100 años".

"Aprenda a vivir durante toda la vida".

"Aprenda. No le prometemos nada, ni el éxito, ni la felicidad, ni el dinero. Ni siquiera la sabiduría. Tan solo los deliciosos sobresaltos del aprendizaje".


Alejandro Dolina

lunes, 31 de octubre de 2011

Debate: Politiquero, político, líder.

El politiquero deja de serlo y evoluciona realmente, cuando en lugar de buscar saludar a muchos, sonreír y buscar réditos, se pone a caminar e interpreta los sueños y las necesidades de los que conoce y de los que va conociendo, entonces empieza a ser político.

Y será buen político cuando gestione la edificación de esos sueños ajenos, como si fueran propios y consiga remedios para los que más urgentemente lo necesitan y sienta real alegría por ello.

Quizás allí entonces, sepa advertir la diferencia entre: necesidades reales, tales como vivir dignamente, tener oportunidades concretas de estudiar, trabajar, curarse o las pretensiones burguesas que le van a querer vender como lo prioritario, entonces podrá elegir el camino correcto, el de ayudar a levantar al que menos tiene.

Y cuando no deje satisfechos a todos pero sí a la mayoría, sin hipotecar la institución o geografía que le toque dirigir, entonces se podrá convertir en un líder, y cuando ya no piense en los votos y trabaje en pos de lo que dejará cuando no esté, es decir en el mañana, entonces tendrá la oportunidad de hacer cosas muy grandes, y de ser una leyenda viva, irremplazable en su tiempo y admirado y querido como pocos.

Cuando el horizonte es uno mismo y nada más, te hace un frustrado. Te vuelve ciego aún viendo y es tal el peso del egoísmo ventajero, el ejercicio diario de la mezquindad que te lleva a arrastrarte en lugar de caminar y así se puede avanzar muy poco…



viernes, 28 de octubre de 2011

Una relación dificil

"...La cuestión es así: a orillas del lago Tiahuanaco Castelli convoca a los indios de la región a una asamblea. Entonces les habla, fogosamente les dice sus más hondas verdades, las que dan sentido a su vida y a la expedición que lo ha llevado desde Buenos Aires a ese lugar remoto. Dice: “Os traigo la libertad. Estamos en lucha contra el yugo español. Os traigo las nuevas ideas. Las de Rousseau. Las de los Enciclopedistas. Las de la Revolución Francesa. España sólo puede daros el atraso, la oscuridad y el yugo de la tiranía. Yo os ofrezco la vida republicana y libre. ¡Elegid! ¿La tiranía o la libertad? ¿Qué queréis?”. Según parece, los indios respondieron: “¡Aguardiente, señor!”. Reflexiona Salvador Ferla: “Los indios escucharon a este tribuno porteño, ardiente y honrado como el Che, con la misma enigmática impavidez con que lo escucharían a éste 150 años después”. Lo que nos lleva al Comandante Guevara.

En su Diario, el 22 de septiembre, el Che anota: “Alto Seco es un villorio de 50 casas situado a 1900mts. De altura que nos recibió con una bien sazonada mezcla de miedo y curiosidad (…) por la noche Inti dio una charla en el local de la escuela a un grupo de 15 asombrados y callados campesinos explicándoles el alcance de nuestra revolución”. Y, en el resumen del mes, una confesión dolorosa: “La masa campesina no nos ayuda en nada y se convierten en delatores”.

Quedan, así, planteados los temas que separan y oponen a políticos e intelectuales. Castelli y Guevara son ejemplos nítidos de hombres cultos que emprenden una revolución bajo el imperio de sus ideas. No son pragmáticos, son idealistas. Un pragmático (y todos los políticos terminan asumiendo esta actitud cuando discuten con los intelectuales) es alguien que pone en sintonía, por decirlo así, la realidad y la razón. Un político es un mago en el arte de las resistencias de lo real. “Esto se puede, esto no se puede”. Cree conocer siempre hasta dónde se puede llegar. Y (sobre todo) hasta dónde no. No tiene una concepción identitaria del poder, sino sumatoria. “Vamos con todos los que quieran venir. No importa que, al ser tantos y tan diferentes, no sepamos qué somos. Sabemos qué queremos: el poder. Nuestra identidad es ésa: la conquista de los espacios, de las intendencias, de los medios masivos, de todos los territorios. Aunque no sepamos qué hacer cuando los tengamos.” Perón era ejemplar en estas cosas: “Si quiero llegar sólo con los buenos voy a llegar con muy pocos”. “La función del conductor es manejar el desorden”. “En un movimiento, en cuando a ideología, tiene que haber de todo”. “Cuando se hacen dos bandos peronistas yo no estoy con ninguno. Estoy con los dos: hago de Padre Eterno.” Así le fue: llegó a Ezeiza “con todos” y ahí estalló el aparato pragmático que había forjado. No pudo manejar el desorden. El “desorden” lo manejó a él y lo mató en menos de un año...."

"...Fijemos lo siguiente: el político suele incurrir en un exceso de realidad y en una carencia de ideología. El intelectual (acaso los ejemplos de Castelli y Guevara lo hayan explicitado) incurre en una carencia de realidad y en un exceso de ideología. Esta situación debiera acercarlos, ya que cada uno puede otorgarle al otro lo que carece, o aquello que es, pongamos, su “punto débil”. Sin embargo, no. Cada uno cree que el otro representa “excesivamente” aquello que le da identidad. El intelectual cree que el político concede demasiado al pragmatismo, a la sumatoria acrítica, a los pactos, a los abrazos, a las fotos con personajes unívocamente detestables, al aparatismo, a las concesiones a las boberías mediáticas o, sin más, a medios canallas “que la gente lee y en los que hay que estar”. El político cree que el intelectual sobreactúa su sentido crítico, que busca una pureza imposible, una pureza que es casi la negación de la política, que jamás será un “orgánico”, que antepone las ideas a la realidad, que desconoce las asperezas de lo real, del poder, de los grandes aparatos nacionales e internacionales con los que hay, necesariamente, que “dialogar”.
Fragmentos de una nota de José Pablo Feinmann (La historia desbocada)

domingo, 21 de agosto de 2011

¿Qué hacemos con lo que hicieron de nosotros?


Autor: José Pablo Feinmann

Y la grandeza del hombre reside en muchas cosas. Reside en que es finito en un mundo infinito, es imperfecto en un mundo perfecto, lo angustia su pequeñez, lo angustia la idea de la nada, lo angustia la idea del dolor, de la injusticia; y también la grandeza del hombre (todavía, porque puede ser que esto no sea para siempre) todavía puede radicar en que se rebele contra lo que intentan hacer de él.

Sartre tiene una frase que dice “Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”. Esta es una de las frases más fundamentales de toda la historia de la humanidad, porque evidentemente desde que nacemos hacen de nosotros algo. Nosotros nacemos y nos hablan. Recibimos como una esponja palabras, palabras… Cuando empezamos a hablar decimos las palabras que nos dijeron. Es decir, no tenemos un lenguaje propio, creemos que dominamos una lengua y es esa lengua la que nos domina a nosotros. Pero alguna vez diremos una palabra nuestra y esta va a ser nuestra libertad. Entonces es cierto, está el lenguaje que nos condiciona, el entorno sociopolítico que nos condiciona, el inconsciente, todo eso, todo lo que quieran. Pero en algún momento, a partir de algún momento, tenemos que ser responsables de nosotros mismos porque somos lo que elegimos ser. Entonces bienvenida la frase “cada hombre es lo que hace, con lo que hicieron de él”.

La grandeza de la filosofía son estas cosas, entender estas problemáticas, en realidad esto requiere coraje. Porque la vida que alguien lleva puede parecerle injusta, pero es mansa, porque se deja llevar. Bueno, usted a la mañana se afeita, desayuna, va al trabajo, el jefe lo trata mal pero no lo escupe por lo menos, almuerza, se toma un digestivo, tiene problemas con el tránsito, llega a su casa agotado, pero nada grave lo acosó durante el día, saluda a su mujer y pasó otro día en su vida. Sí, pero no pasó, porque no pasó nada en su vida, no pasó nada. O sea, usted la pasó bien, usted no se amargó, usted no se asustó, no se angustió, se deslizó a lo largo de su día como una especie de hoja en la tormenta del capitalismo del siglo XXI, que es el único sistema que está vigente.

¿Pero cuánto más interesante hubiera sido si de pronto, usted se para y dice “pero caramba, qué vida de porquería estoy llevando, no puedo seguir así. Que porquería de trabajo, de familia, la televisión qué basura, muestran solamente algo redondo, ¿no tienen cara las mujeres?” No, olvídese de los ojos, de los labios, no hay más eso, ahora las mujeres tienen una sola cosa: culo. Y usted tiene que ver eso, porque eso le están dando.

Entonces a partir de ese momento usted dice “bueno, esto no va más”. Pero ojo, a partir de ese momento usted está solo. Está solo. Y eso se lo tiene que bancar. Se lo tiene que bancar y eso es una actitud filosófica, y eso es muy difícil, porque usted a partir de ahí dejó de pertenecer a la manada, y comienza a pertenecer a usted mismo. Y cuando usted comienza a pertenecer a usted mismo ya no tiene justificaciones, ya no puede distraerse, tiene que elegir, y usted va a ser el responsable de cada una de sus elecciones.

La filosofía es pues, coraje.


*caricatura: Diego Parpaglione

domingo, 7 de agosto de 2011

jueves, 4 de agosto de 2011

Crisis


No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar ’superado’.

Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.

Albert Einstein

"No sos vos, soy yo"


Programa "No sos vos, soy yo" de la Emisión Radial "Subí que te leo" de Mónica Oliver y Rafael Ton. Todos los jueves 22 hs en Radio Estación Sur FM 91.7

http://grooveshark.com/#/s/Subi+Que+Te+Leo+Segunda+Parte+28+07/42GgTi?src=5

http://grooveshark.com/#/s/Sub+Que+Te+Leo+28+07+Parte+Dos/42Glce?src=5

martes, 26 de julio de 2011

Un puntito gris


Abre el paraguas por las dudas, se acomoda los anteojos negros, suspira por lo que no tiene, se enoja y maldice de antemano por el daño que le podrían hacer, se queja de algo, siempre encuentra un motivo. Luego irradia miedos sobre cualquier proyecto, mueve los hombros con desgano - ejercicio que le permite achicarse a sí mismo - y empieza a caminar perezosamente, dando vueltas, con dudas. Acarrea el peso de la desconfianza, se apoya cada tanto en la mediocridad y retrocede ante la nube allá a lo lejos, porque supone que es un aviso de feroz tormenta. Se agacha para quedar bien ante los poderosos, se esconde con miedo de los que poco tienen por si le intentan robar. No se anima a pelear sin espada, no salta por miedo a caerse. Se distrae de la meta para luego maldecir su mala suerte y por estar todavía tan lejos. Camina lento, murmura “no voy a poder, no voy a poder” y entonces vuelve a detenerse, esta vez para odiar a los emprendedores, a los locos que avanzan más que él, a los que hacen cosas de más ¿para que hacen eso? Si siempre conviene hacer lo que hace la mayoría, o un poco menos, sin arriesgar ni ser distinto. Cada vez más chiquito y desconfiado, llega un buen día que decide no andar más, siempre hay un impedimento, un obstáculo o un problema a mano para dejarse caer y no luchar, - están puestos allí para separar a los hombres de los espíritus derrotistas -. Entonces se quedará metido en su propio pantano interior, buscando ser uno más. No podrá casi verse de lo chiquito que ha ido quedando. Su rutina será criticar. Su meta dejada de lado será: “cosa de jóvenes, sueños insensatos”. Su vida un puntito gris, inadvertido lacayo, resignado sirviente, de los que sí se animaron a brillar.

Rafael Ton

sábado, 16 de julio de 2011

Historias de Mujeres, mujeres con historia


Fragmentos del programa "Subí que te leo" de Mónica Oliver y Rafael Ton.

Historias de Mujeres, Mujeres con Historia: http://grooveshark.com/s/Subi+Que+Te+Leo/3YHWKC?src=5

martes, 15 de marzo de 2011

Procuremos ser la excepción


Hace muchos años en la bellísima ciudad de Ushuaia me contaron esta polémica “fábula”:



Dicen que cuando Dios estaba inventando el mundo un ángel lo ayudaba. Dios instalaba un par de ventisqueros en algún lugar y uno en un triangulo al sur de uno de los continentes. Luego ponía playas hermosas y agregaba algunas en ese mismo triángulo. Luego distribuía: oro, petróleo, bosques, frutas, cañas de azúcar, cataratas, selvas, buena tierra para cosechar y distintos animales por diferentes puntos pero de cada una de aquellas cosas, ponía algo en aquel triángulo en el sur de ese continente.

Intrigado y con cierto temor el ángel le advirtió: “señor todopoderoso, habéis puesto riquezas naturales repartidas, diversos paisajes por todo el planeta, sin embargo me permito señalarle que allí, en ese triángulo al sur de lo que será el continente americano quedó de todo un poco: todas las riquezas, todos los paisajes. Los que allí vivan tendrán mar y ríos, ventisqueros, nieve, playa y cataratas; pingüinos, vacas y yaguaretés, maíz, trigo, azúcar y sal, tendrán de todo, por lo tanto más oportunidades que el resto del planeta”: Dios observó que el ángel tenía razón. Con total humildad aceptó el error y luego le respondió: “Tenéis razón, pero compensare esta injusticia: voy a poner en el futuro, en ese triangulo, muchos seres, siempre disconformes y protestones, siempre ventajeros, bastante egoístas y un poco hipócritas que siempre se autodisculparán de todo. Sentirán desprecio por quienes les construyen sus casas, sus medios de transporte, pero no lo dirán en voz alta. Sentados frente a su caja de Pandora, renegaran de los militantes y también se burlarán o criticarán casi todo proyecto cercano; sus proclamados héroes serán cuadros y remeras pero nunca ejemplos y sus héroes verdaderos, inconfensable secreto que no se rebelarán ni a sí mismos, serán otros: los que más dinero lograron obtener. En éste triángulo habrá muchos de estos seres sin compromiso con su lugar, miraran más Europa y Estados Unidos que su propia tierra, y de esta manera, allí no se podrá prosperar del todo; los llamaré: “argentinos, clase media…”


Rafael Ton

domingo, 9 de enero de 2011

HERENCIA. Sobre padres y madres, sobre abuelas y abuelos


Nos hablaron y nos escucharon. Con su mirada fueron guiando nuestros primeros pasos y de su mano conocimos las sencillas maravillas del mundo: los contornos, las caricias, los colores, la música.
Sonrieron con nosotros y por nosotros. Nos marcaron el límite y nos dejaron volar.

Seguro, que errores cometieron. Seguro, que no fueron lo ideal. Seguro, que alguna vez no hicimos lo que esperaban, y podrá haber estado bien o mal, pero poco importa.

No importa tanto lo que nos hayan dicho, lo importante es como nos hicieron sentir y las intenciones que tuvieron. En la balanza pesa haber sido escuchados atentamente cuando sólo balbuceábamos y el hecho de que, sin reprochar ni pedir, se hayan sacado algún dulce, que era para ellos y nos lo hayan dado a nosotros. De esa forma nos dejaron un legado: el amor es eso: es sentir que lo que le sucede a otro es tan importante como lo que le sucede a uno mismo: Es sentir que no perdemos aunque parezca que perdemos, es saber que podemos balbucear y aunque el mensaje no sea claro, no esté dicho de la mejor manera: a alguien le importará tratar de comprendernos (y viceversa)

Un día decidieron que su tarea estaba cumplida y partieron. Y en ese "adiós" nos dieron un último regalo, que parece despedida pero es un comienzo.
A partir de ese día, nuestros ojos ven más. Nuestra mirada se duplica porque ellos nos regalaron su mirada. Nuestras experiencias se nutren, porque ellos nos donaron para siempre sus historias. A partir de ese día nuestro corazón se agranda, por eso el dolor, porque todo cambio importante duele un poco, y así se instalaron en nosotros definitivamente. Vienen con nosotros en una fragancia, en un par de colores, en un recuerdo, o en un sueño.

Nos vamos a encontrar con ellos en las cosas importantes, a la hora de elegir, de optar, a la hora de empezar o terminar un proyecto, en la lágrima de la soledad o en la lágrima de la felicidad.
El abrazo del alma, ese que alguna vez nos dieron, cuando éramos pulgas inocentes, es el único que en un eco profundo trasciende, vence al tiempo y se repite haciéndonos volver a sentirnos juntos, sencillamente porque nuestras almas están abrazándose.
Alguna vez compartiremos la realización de un sueño loco. Un festejo nos encontrara bebiendo de una misma copa. Nos descubriremos en un gesto idéntico. Nos detendremos a reflexionar si aprobaría o no, lo que estamos por hacer. Alguna vez nos dolerá, mucho y bien adentro, su ausencia corporal. Pero en un atardecer o en un amanecer, vamos a sentir que lo que le sucede a otro es tan significativo como lo que nos sucede a nosotros, entonces sabremos que la semilla germinó y todo valió la pena. Hemos de dejar en alguien una semilla con mucho de nosotros y también algo de ellos. Y de esta manera hemos honrado a quién tanto nos dio. Ya nunca los olvidaremos, puesto que un día decidieron quedar eternos en nuestra memoria, en alguna mirada, en parte de nuestro sentir y en una huella única y profunda en nuestra alma.
- Rafael Ton -