domingo, 5 de diciembre de 2010

AHOGARSE EN LA QUEJA O INTENTAR NADAR


Algunos, con las piedras que en ocasiones le arroja el destino levantan muros, otros casas y otros simplemente huyen a refugiarse, sin saber dónde e invariablemente terminan con un piedra golpeándole la espalda.
Algunos cuidan árboles y otros los hachan. Con esa madera algunos hacen leña y fuego y otros construyen puentes.
Son opciones, formas de encarar la vida. Y la vida es una construcción que depende mucho de la actitud de cada uno.
En la peor tormenta o en la tarde de sol, lo que nos diferencia en cada caso es nuestro proceder y nuestra actitud.
Casi todo depende de la capacidad de cada uno de sobrellevar lo que puede ser malo y saber rescatar lo positivo y disfrutar lo que vivimos.
Cuando me quejaba de chico mi abuelo siempre me decía: “Donde algunos se ahogan, otros aprenden a nadar. Lo que se necesita es la convicción para ser siempre parte del segundo grupo
Será entonces cuestión de mejorar la actitud y de utilizar la crisis circunstancial para construir un nuevo amanecer.
Borrar la resignación y los dichos que nos mentalizan mal como “no se puede hacer nada”.
Hay que eliminar la inconstancia, los desvíos, los apresuramientos sin razón. Convencernos de que podemos llegar a nuestras metas más importantes si estamos concientes del esfuerzo diario que hay que hacer para avanzar. La constancia como eje. De nada sirven los impulsos en distintas direcciones. Llega el que recorre el camino sabiendo a dónde quiere llegar. El resto queda perdido.
La queja siempre es un retroceso, una pérdida de valioso tiempo, sirve únicamente si se convierte rápidamente en un hecho concreto para mejorar una circunstancia o algo en nosotros mismos.
El insultar dioses, recurrir a los horóscopos, exigir que otros construyan lo que nosotros no ayudamos a levantar, ni demostramos estar convencidos, suelen ser las peores elecciones de vida.
Convicción en tus sueños, constancia, ante cada problema o cambio, recordar que tu actitud ante la vida es lo esencial.
- Rafael Ton -

jueves, 15 de abril de 2010

Sobre el Deseo y la Meta a llegar.


Deseaba estar con ella, pensaba una y otra vez “quiero estar con ella” y lo logró, estuvo con ella muchas veces pero nunca llegó a ser su pareja, bueno…su deseo se realizó.·

Deseaba ser presidente, era su obsesión, pasaron algunos años, sorteó inconvenientes, lo logró. No había soñado con las acciones que llevaría a cabo en su mandato, su meta era ser presidente, su deseo primordial era llegar a esa posición. Lo logró, claro que a las pocas semanas tuvo que renunciar. No tenía derecho a quejarse, después de todo, su deseo se había llevado a cabo.·

Deseaba no estar sola, lloraba en soledad por su condición. No deseaba ser mejor, verse mejor. No deseaba otra cosa que un “hombre” cerca, así casi abstracto. Durante años tuvo algunos hombres…casi abstractos…que estuvieron breve tiempo con ella. Aunque proteste, su deseo se cumplió.·

De niña soñaba con ser famosa, que la admiraran…trascender. Desde muy chica soñaba ser “actriz” que la odiaran cuando fuera mala, que la amaran cuando hiciera el papel de buena. Hoy han pasado más de 50 años de su muerte y por su actividad política, el rol social que llevó a cabo, se la sigue odiando y amando. Su deseo era tan fuerte que se cumplió y... la trascendió.·


Deseaba amigos, sobre todo amigos. Nunca le importó el dinero. No murió en la pobreza pero sí en condiciones humildes. Su velorio estuvo repleto de lágrimas.·


Deseaba ganar dinero para que lo admirasen, ganar dinero para no sufrir lo que habían sufrido sus padres, ganar dinero para construir. Pero las segundas partes eran segundas partes. Su meta fundamental era…ganar dinero. Aún cuando la fortuna era mucha, su meta seguía siendo ganar dinero por si por alguna razón, perdía lo ganado. A costa de no tener tiempo para otras cosas su función básica era esa. Murió ante la ocultada alegría de sus descendientes que rompieron a dentelladas su testamento.·


Deseaba adelgazar, quemar grasas, su obsesión era pesar menos, repetía: “como sea pero adelgazar”. Pobrecilla, falleció de una enfermedad que la consumió en pocas semanas. Su cuerpo acató cabalmente y más, su propio deseo.·


Deseaba parecer, más no esforzarse para serlo realmente. Claro, al principio al resto le “parecía” que era, pero al rato se daba cuenta de su mentira. El deseo de parecer estaba cumplido.

El problema mayor del deseo es la confusión y su enemigo mayor: el propio miedo a no ser merecedor de la concreción de ese deseo. Es vital, para la concreción de un deseo, que lo tengamos claro, con palabras precisas, sin hipocresías y tratando de no ser egoístas (que es una forma de miopía). Muchos llegaron a las metas. Muchos llegaron pero no fueron felices. Muchos llegaron a lo que pedían pero lo pedían mal y entonces eran malas las consecuencias. Ordenar la mente, las ideas, los deseos, los miedos, es vital para obtener equilibrio y destellos de felicidad. Clarifiquemos nuestros deseos, y entonces seamos pasionales, porque la pasión racional (no el fanatismo obtuso, esta claro) es, como el deseo, es la sangre que estimula, es la vida más allá de la vida “vegetal”.Clarifiquemos nuestros sueños, necesitamos un tiempo sin aturdirnos o distraernos, un tiempo con nosotros mismos para reflexionar profundamente a donde queremos llegar y de que manera. Tengamos presente que vivimos en un mundo donde necesitamos que nos den afecto pero que también el resto espera lo mismo de nosotros. Aunque a veces por miedo o por no tener los deseos claros, no sepa transmitirlos.No confundamos nuestros deseos. Pongamos en orden, interiormente, nuestras prioridades y valores. Una vez que tengamos nuestro deseo en claro, nuestras metas, y hayamos pensado respetuosamente en los deseos ajenos, en la presencia del otro como un ser humano igual a nosotros, entonces sí, avancemos, nadie nos podrá detener. No tengamos miedo. Dejemos fluir la pasión. La conciencia de quienes somos. Nuestra identidad es importantísima. La claridad suficiente para saber el lugar donde queremos ir, que caminos sí y que caminos no, utilizaremos para llegar; toda la fe en nosotros y una premisa: cuanto mejor tratemos a los demás, aunque tarde la respuesta, mejor nos trataran a nosotros.Rafael Ton

Alejandro Magno y el pirata x Rafael Ton
















Un moretón en el hombro, donde llegaban sus cabellos sucios y largos, estaba inflamado. Dos cortes, toscamente vendados - por él mismo -ambos en la pierna derecha. Eran las secuelas más visibles de la batalla.
Su barca, su tripulación, muchos de ellos amigos, habían sido muertos o apresados. Distintos colores de piel, distintas creencias religiosas y hasta idiomas diferentes no habían sido una obstrucción para que se unieran y salieran en aquella barca errante, en busca de riquezas ajenas.
Eran extranjeros en todos los puertos, eran temidos por todos los barcos.Piratas que tomaban un poco de aquello que se les había negado, no tenían casa, ni joyas. Los tapices que hurtaban los cambiaban por comida o por tejidos que sirvieran de abrigo. Las vasijas con especias la trocaban por agua, por carne, por frutas. Los jarrones pintados los intercambiaban en los mercados y obtenían: espadas y madera y metal.
Lo llevaron, atadas sus manos, ante el hombre del que todos hablaban, cuya fama había trepado en las montañas, recorrido las tierras, día y noche, de boca en boca, en distintos idiomas y hasta ellos, que dormían en sus barcos, en la oscuridad más profunda de los mares, habían sabido de Alejandro Magno, su poder, sus batallas ganadas, sus conquistas. Habían dicho que su juventud impresionaba pero mucho más su sabiduría. Habían dicho que su destreza en la guerra y las estrategias que había llevado a cabo, despertaban pasmo y envidia en sus enemigos. Muchos muertos había sembrado la expansión de su reino, es cierto, pero no menos cierto que sus construcciones y los planes para las ciudades antiguas y recién conquistadas indicaban que no era un simple monarca que atesora tierras sólo por ambición. Era algo más que un emperador, Alejandro el Magno le llama el pueblo, el suyo y lo que es más sorprendente: el poco resto del mundo que todavía no ha conquistado también le otorgaba ese apodo.
El pirata sabía todo esto pero caminaba displicente, con la convicción de que lo llevaban ante él para gozar frente a su corte imperial, antes de matarlo. El pirata caminaba desfachatado, manifestando en cada gesto, en cada paso, que no temía a la muerte, después de todo había perdido en cruenta y desigual batalla a sus amigos y a su barco.
Cuando lo vio llegar, Alejandro le hundió sus ojos azul marino, como si escrutara en su alma. Un edecán le toca el hombro y le dijo palabras que Alejandro no escucha. En la sala algunas mujeres vestidas con ropajes níveos y varios militares con espadas y uniformes lo acompañan. También perros y dos hombres de espesas barbas y gruesas panzas que van y vienen con cofres y objetos.
El eximio conquistador levanta la mirada y enfrenta la del pirata, se produce un silencio al instante. El pirata mantiene su postura altiva pero se da cuenta que es verdad, que aquel hombre no es un hombre más.
El lozano seño apenas se arruga y entonces el pirata siente la voz como látigo del emperador: - ¿Quién te crees que eres? ¿El dueño de los mares? Has buscado instalar el terror en todo el mundo.
El pirata no pudo dejar de hacer una mueca cínica y luego de mover la cabeza de un lado a otro, le contestó: - Es solo cuestión de fuerzas. Yo tengo, o más bien tenía, un solo barco, un puñado de hombres y un puñado de armas, por eso me llaman ladrón. Tú tienes un ejército, una flota, por eso te proclaman Emperador.
El silencio se instaló del todo en la sala. Hasta los viejos de barbas espesas dejaron de moverse y los perros dejaron de jadear.
Alejandro Magno tenía una costumbre: cuando algún subalterno venía con una queja sobre otro o con alguna historia que implicaba juzgar a otras personas, Alejandro se tapaba un oído y cuando le preguntaban porque lo hacía, respondía “para escuchar la otra historia puesto que todo río que divide la tierra, tiene dos orillas desde donde cruzarlo u observarlo”.
El pirata fue indultado y dejado en libertad esa misma noche.
Uno de sus generales, sin mirarlo a los ojos y antes que Alejandro Magno saliera del palacio, le musitó: “su majestad, nose si sería aconsejable dejarlo libre, nos ha costado mucho apresarlo y nada indica que dejara de robar o que no pueda reclutar nuevos piratas y alguna embarcación y seguir robando”.
La respuesta de Alejandro Magno, sin aminorar el paso pero elevando la voz para que todos escuchen no se dejó esperar: - más miedo da no tener entre los míos las críticas profundas que acabo de escuchar de este mal llamado terror de los mares.
x Rafael Ton

lunes, 8 de febrero de 2010

Me caen muy mal....


Pareciera que es más fácil saber a donde no vamos a ir que a donde queremos llegar. También es cierto que nuestra identidad se basa en lo que somos pero también en lo que no somos. (Eduardo Galeano dice “somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”) Ya esto parece un trabalenguas pero viene a cuento de una charla que tuve con unos amigos hace un tiempo. Hablábamos sobre una persona que nos desagrada. Hablábamos de ciertas de sus actitudes que nos molestaban y partir de este personaje, empezamos a darnos cuenta que teníamos entre nosotros mas puntos en común de lo que pensábamos. También nos unían el rechazo a ciertas conductas. Esto nació describiendo tipos de personas que nos caen mal…
Y no pude con mi genio y después de esa charla me puse a escribir y…escribí bastante (se ve que es fácil saber qué actitudes o qué clase de tipos nos caen mal)
Paso a detallar para que aquellos que quieran estar avisados tengan en cuenta, y por favor me notifiquen de peligros y/o me excluyan de su círculo social. Después de todo, cuando van pasando los años uno ya se va acomodando en la tribu que quiere vivir, en los caminos que desea andar y selecciona los sueños donde depositar más su energía.
Por todo esto, aviso que me cae muy mal:
El boludo que en lugar de fijarse si le parece lindo o cree que queda bien, precisa saber si la ropa es de marca.
El nene de Mamá que no se banca una lluvia y se resfría casi de antemano. El que necesita la billetera llena y el auto nuevo para salir a levantar una mina. El que apaga la luz de noche y vive supeditado a las reglas establecidas y a las jerarquías, sin discriminar si son justas.
El que no le encuentra demasiado gusto a nada, salvo a lo que es de alto precio o aquello que hace la gente muy famosa.
El que se cree un “master” porque señala el error del que pinta un cuadro o una pared. El que se ríe y descree del que sueña, del que trabaja en algo inusual o del que demuestra pasión por algo que no tiene nada que ver con el dinero. El recolector de fracasos ajenos que no distingue los barcos en el mar pero si enumera los que encallan.
El que enfatiza de Napoleón Bonaparte, estratega y emperador…que era petizo. El que va al cine y se queda con el desnudo o los efectos especiales y no le queda nada de la historia.
El que busca el negocio en lugar del placer. El que busca el error hasta en la magia; típico bolas triste que se pavonea de haber visto y señalado la estrella que no brilla tanto…
El que cuando llueve y va en el auto ni se le ocurre parar a llevar al que está empapado esperando un colectivo y si se lo dicen dirá ¿para que? Siempre tendrá el argumento de un riesgo o tendrá una urgencia a mano para no ser solidario.
El que casi nunca se acuerda, salvo cuando le es conveniente, que un empleado es un ser humano y no saluda ni contesta amablemente. El que no dejará de comprarse una golosina para dar un peso a alguien que pide por la calle. El que siempre tiene un manojo de pretextos en los bolsillos para no prestar dinero, ni nada. Tiene lugar donde dormir, qué comer, puede ir a pasear, mascota bien alimentada, computadora, teléfono, luz, gas, se compra ropa para cuando llueve para cuando hace calor y para dormir pero uno lo escucha y es la gran víctima…el pobrecito… ¿Qué quieren? ¿Qué encima haga algo para ayudar a gente que no tiene esas cosas?...
El que siempre tiene a mano: presentimientos para desconfiar, indicios para ensuciar y motivos para no intentar.
El que nunca se jugó todo a un número en el casino.
El que no sale de la teoría y el purismo, no se embarra ni se preocupa por construir grandes cosas.
El medio pelo que cuando cumple 18 años necesita una limousine dorada para llegar a su fiesta, para lograr así que lo aplaudan, ya que por él mismo no lo logra. El mismo nabo medio pelo que morocho es pero se mueve y opina como rubio y se babea si le regalan la camiseta de un ex jugador de su equipo que ahora “brilla” en Europa. El correcto que jamás gritará por su equipo cuando no corresponde, ni tendrá distintivo político alguno porque no le interesa nada, salvo su propia vida.
El que cuando la mujer, la madre o la novia le dicen “no lo hagas, dejá”, aunque su conciencia le indique que debe hacerlo…aprovecha y le hace caso a ella.
El analfabeto político que describe el texto de Bertold Bretch y él se siente orgulloso de eso, lo proclama. El que describe Alejandro Dolina como refutador de leyendas y él se siente tan astuto, desmintiendo leyendas.
El que es argentino cada cuatro años, cuando juega la selección y antes del partido compra en Wall Mart una banderita, come rápido en Mcdonals tomando Coca-cola y va a mirar por tele a los once patriotas que cobran millones por jugar. Claro, sacando el mundial, él reniega de todo lo que le rodea (su patria) a toda hora, la política, las instituciones, el vecino, los métodos, la falta de aquello y de lo otro… pero… si mete un gol la selección grita que “Somos los más grandes”.
El que "no mira boludeces en la televisión" pero... ayer justo lo vi, y me hizo reír y anteayer también y “casualmente” comenta sobre eso hoy y también lo hará mañana.
El que no tiene como meta ni crecer ni merecer, simplemente pasarla bien él y ganar dinero.
El que no lee lo complicado, no subraya lo que le parece mejor, no sea cosa que la moda cambie y quede mal. Además ¿Qué gana con modificar algo? eso es similar a un compromiso, una posición en la vida, es decir incomodidades, esfuerzos que él juzga como sacrificios.
El que está muy pegadito a la queja pero ciego ante la posibilidad de ver qué hace para cambiar las cosas, es decir, es parte del problema, nunca de la solución.
Ahora, debo aclarar porque siempre hay un pelotudo o un cola de paja que al ver este pensamiento, postura, dice “es cerrarse”. No quiere advertir que simplemente, dando vuelta todo esto, se la gente que me cae muy bien; y por suerte conozco quienes son así, son parte de mi tribu y hay muchísimos más por allí. Y además hay algunos que siempre están a tiempo de hacer el esfuerzo y cambiarse de bando.
He caminado suficiente para saber que me queda mucho por aprender, mucho por hacer por los demás y por mí, pero aunque me mueva (esperemos sea para adelante) es reconfortante saber con qué tipos de personas, más allá de mis seres queridos, quiero encontrarme, con quienes quiero estar y sabiendo de que lado estoy.

Rafa Ton